viernes, 11 de marzo de 2011

Charles Baudelaire; Las Flores del Mal



Amado y odiado; ilustre entre los ilustres, desconocido entre los desconocidos, lo leemos para glorificarlo o insultarlo, así se le ha presentado al mundo Charles Baudelaire.
Todo el mundo conoce su nombre, aun aquellos que jamás han leído uno solo verso de su obra inmortal, pero si le preguntamos al hombre promedio que resonancia evoca en él ese nombre, pues, nos hallaremos en una confusa mezcla de desordenes sexuales, blasfemias y satanismo trasnochado y charlatán, si no acaso con un inventario lleno de monstruos macabros, tumbas y esqueletos, pero nada de extraño tiene esta opinión tan miserable sobre Baudelaire, puesto que la interpretación de su obra a sido groseramente torcida, faltas innegables en el análisis de sus estados de alma alimentado por ávidos críticos que atropellan la memoria del poeta con una necedad absoluta.

Su Vida

Nacido en París el 09 de Abril de 1821, ya su infancia inmediata y su adolescencia fueron malditas, pierde a su padre a los seis años de edad, luego su madre vuelve a casarse, odiando Charles a su padrastro, jamás se lo perdonó.

Decididos sus padres a frenar su carrera literaria, es enviado a la india en el año 1841, pero regresa a parís un año mas tarde, mas resuelto que nunca a dedicarse a escribir.

El joven Baudelaire pronto encontró como solucionar sus problemas económicos escribiendo críticas en la prensa nacional, es en este periodo en el que sale a la luz Los Salones, en donde critica penetrantemente la obra impresionista de Delacroix, las sátiras de Daumier y la rebeldía de Manet, pero su primer éxito no seria bajo la critica, si no bajo la traducción.

En 1848 aparecen sus traducciones sobre la obra de E. Allan Poe, intrigado y a la vez fascinado, Baudelaire siente una inusitada afinidad por Poe, tal vez por la tan similar vida que se les obligo vivir a ambos. Baudelaire traduce sus escritos hasta 1857.

Las Flores del Mal

Luego de haber tenido que trabajar para su escasa economía, llega un momento de gran abundancia en la vida de Charles, recibe la herencia de su padre, por lo que comienza a vivir con gran lujo en el departamento que compra en Lauzum.
Periodo de despilfarro y ocio, muy notable en su estilo de vida decadente, aunque ello no impide que su creatividad se agote o deteriore.
Escribe su principal obra que lleva por nombre original Fleurs du Mal (Las Flores del Mal), libro majestuoso y terrible, espejo del cuerpo y el alma de las grandes ciudades por el cual fue multado y vetado por normas excesivamente hipócritas (seis de sus poemas fueron prohibidos), bajo el cargo de Atentar contra la moral pública y ultraje a las costumbres, que es solo una manera legal de decir pornografía, arrastrandolo ante los estrados de un tribunal y oscureciendo el sublime esplendor de sus estrofas, esta censura no se levanta hasta 1949.

La obra de Baudelaire presenta el panorama completo de la vida, en toda su pavorosa realidad. Incluso, d’ Aurevilly, aquel competente poeta normando, comparó con Dante al autor y a su obra como un Infierno sin paraíso, incompleto; otros críticos franceses le siguen, inclusive en Portugal un poco mas tarde, Baudelaire encuentra respaldo, bajo Antero de Quental, quien le alegoriza al igual que Amédéé Barbey d’ Aurevilly como “Dante del bulevar”.

La voz del Actor Solitario.

Baudelaire es el protagonista nato de Las Flores en su carácter de hombre y en los numerosos poemas que mas íntima y personalmente le conciernen.
Él siente especial predilección por la pobreza y la vejez, si, Baudelaire, el mismo al que tachan de insensible y satánico, escribió sobre temas al que los hombres en general y los poetas en particular, se tapan los ojos y mueven la cabeza para negarlos y olvidarlos.


Baudelaire fue virtuoso, también fue un hombre obsesionado con el Bien y el Mal, por la lucha, mas que nada, de estos dos antagonistas en su propia alma, la que siempre clamó ciegamente por el Bien, con caídas y pecados, ni mayores ni menores que las caídas y pecados de cualquier otro. Lo que para ellos no es más que un episodio que se vive, se lamenta y se olvida, para Baudelaire representaba una agonía, un martirio prolongado.

Él se llamó asimismo con audacia “un santo y héroe para sí”; héroe, pues, ya con el solo echo de escribir su obra en medio del desprecio, de la miseria y la incomprensión total.
Santo, no, el no había nacido para aquello: La belleza y el placer tuvieron sobre Baudelaire, como sobre cualquier otro artista, un dominio mayor.

Es siempre curioso el misterio de nuestra naturaleza, que mientras mas apremiante es nuestra vocación espiritual, mas desnudo se halla uno ante el acecho de lo sensual. No, no hay santidad posible, Baudelaire no es la excepción por supuesto.

El Tiempo y La Muerte

Dos ingrediente inseparables contenidos en la poesía baudeleriana, la obsesión de la muerte y el tiempo recorrida de un extremo a otro por el escalofrío y el pavor del hombre que al leerle le contempla desde fuera, con ojos vivientes aun.
Son estos dos pensamientos fundamentales los que condicionan nuestra dignidad de seres humanos, mientras mas inteligente es el hombre, más incansablemente pensará en la muerte.

Se sabe que en sus últimos años, durante un viaje a Bélgica, dictó un ciclo de conferencias, en donde a las tres primeras asistieron solo un puñado de personas y debieron de suspender las siguientes.
Entre aquellas personas concurrió el escritor belga Lemmonier, quien nos relata la situación: “Baudelaire se mantiene de pie, de frac y corbata blanca, en medio del estrado, dentro del circulo luminoso de una lámpara colocada junto a él, sobre la mesa. A medida que hablaba, una especie de estupor aparecía sobre los rostros, cierta decepción, quizá también la inquietud de alguna intención secreta oculta bajo una alabanza de apariencia inmoderada. Al cabo de una hora la indigencia de público se hizo mayor aún; no quedaron más que dos asientos ocupados. Y esos asientos se vaciaron a su vez… El poeta no pareció notar esta deserción que lo dejaba hablar solo entre las altas paredes parsimoniosamente iluminadas. Por fin, una última frase se alzo como un clamor… y el talle rígido se inclino en tres saludos correctos, como ante una verdadera y nutrida concurrencia. Una puerta se abrió y se cerró rápidamente y después el bedel se llevo la lámpara. Yo permanecí el ultimo en la oscuridad de la sala, en la oscuridad donde se había alzado y donde se había extinguido, sin eco, la voz de este padre de la iglesia literaria”.

Baudelaire vivió en Bélgica a partir de 1864 y hasta 1866, afectado de parálisis, regresó a su natal parís, donde muere a los 46 años el 31 de agosto de 1967.

La Vida de Baudelaire Descrita y con Imágenes


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